domingo, 25 de mayo de 2008

La memoria (I)

Los recuerdos no siempre son verdad, la mente suele maquillarlos a voluntad, pero a veces duelen mucho y se atascan. El olvido es una depuración natural que ejercita el cerebro, por lo que el mundo de la psicología y la neurología estudia cómo ocurre y cómo podría llegar a practicarse a voluntad.

En el rincón de los deseos humanos hay uno que todos compartimos: olvidar a placer los hechos o las personas que nos han causado sufrimiento, apartar a voluntad el recuerdo que maldecimos para aquietar el dolor que penetra en nuestro presente. La íntima esperanza sería gozar de una memoria selectiva, de una capacidad de olvidar deliberadamente.

En realidad, el pasado acaba convirtiéndose en una construcción subjetiva de conceptos, una película de gran imaginación creativa que rellena las lagunas que surgen a base de embellecedoras florituras o sobrecargada victimización.

¿Merece el pasado tanto crédito como para permitirle que nos persiga hasta el presente siendo que es, a fin de cuentas, la resultante de una mejor o peor memoria, aderezada con juicios personales, miedo, culpa y lo que debería haber sido y no fue? ¿Tanto poder hay que adjudicar al pasado? ¿Realmente habrá que hacer esfuerzos para recordar? ¿Cómo podemos saber si lo que recordamos es real? ¿Cómo saber si no son falsos los recuerdos? ¿No sería mejor vivir con plenitud el presente y tratar de olvidar tristes evocaciones? Estas preguntas están causando controversia entre los estudiosos de la psicología y la neurología.

Cierto es que algunos recuerdos traumáticos del pasado pueden atormentar a algunas personas que no pueden desvincularse de la emoción que sintieron durante el evento. Son los que sufren el llamado estrés postraumático. Hay soluciones terapéuticas en las que rememorar puede producir un reprocesamiento del trauma y una atenuación de las emociones asociadas. La emoción unida al hecho traumático ha quedado grabada en la memoria como una muesca en un disco rayado que hay que reparar reviviendo el evento en la sesión de terapia.

Olvidar es útil y necesario Es imposible hablar del recuerdo sin mencionar la contraparte, el olvido. Parece ser que olvidamos mucho más de lo que recordamos. El olvido no es algo negativo y es un fenómeno completamente natural. Si se recordara cada minuto de cada hora de cada día durante la vida entera, sin tener en cuenta la relevancia del recuerdo, estaríamos buscando continuamente lo importante en medio de menudencias.
El olvido se define como la pérdida de información en el tiempo. En la mayoría de las situaciones, recordamos mejor la información poco después de recibirla que tiempo después. Con el paso del tiempo, se pierde parte de la información. Es un hecho frecuente que falle la memoria cuando se necesita, lo cual es una molestia, no hay duda. No obstante, el olvido permite poner al día y actualizar el contenido de la memoria. Cuando recibimos un nuevo número de teléfono, tenemos que olvidar el anterior para recordar el nuevo. Si aparcamos el coche todos los días en un gran aparcamiento, tendremos que recordar dónde aparcamos hoy y no ayer o anteayer. Por eso, el olvido tiene una función útil y adaptativa. (continuará)

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