viernes, 20 de agosto de 2010

Mar


El mar es a mi vida
lo que al hambriento el pan;
para saciar mi espíritu
tengo que ver el mar.

El mar me da la norma
y el ansia de vivir:
su majestad es ciencia
suprema para mí.

Palabras de los siglos,
obras de eternidad,
¿qué sois ante la inmensa
sublimidad del mar?

Partículas del polvo
que el viento alza al barrer,
que al sol brillan un punto
y luego no se ven.

El mar es lo diverso;
lo eterno está en el mar;
es múltiple, absoluto,
y siempre universal.

Yo he visto al mar alzarse
soberbio de altivez;
y luego, humildemente,
tenderse ante mis pies.

El mar guarda el secreto
de toda comprensión;
su espacio es el palacio
de la imaginación.

El mar del mediodía
radiante en claridad,
es un influjo activo
de vida y ansiedad.

Y en el ocaso de oro
y en la mañana azul,
el mar es siempre norma
de fuerza y de salud.

Yo al mar le debo entera
mi vida, que es un mar:
un mar de sentimiento
y de serenidad.

Por eso el mar ejerce
en mí tanta atracción…
Lo que hay dentro de mí
es mar y corazón.


Preludio. Saulo Torón