domingo, 2 de marzo de 2008

Frikis

La definición del término más aceptada es la de la Wikipedia, gran contribución friki a la humanidad. Se trata de alguien obsesionado por una afición y que tiende a agruparse en comunidades de fans. Una persona apasionada de la informática, los cómics y las subculturas del rol y la ciencia ficción. El friki exhibe un sentido lúdico de la vida y adora la extravagancia, de ahí la etimología de la palabra: freak, monstruo en inglés.
El mundo está descubriendo que, contra lo que dicta el tópico, los frikis no se pasan la vida enterrados en sus habitaciones bajo una montaña de cómics y calcetines sucios. En España están logrando que sus principales preocupaciones salten de la blogosfera para convertirse en debates sociales de trascendencia. Ganan espacio en la vida cotidiana quizá porque dominar el mundo es una de sus más íntimas fantasías.
Algunos ya comienzan a tomar posiciones para extender su dominio fantasma: Nacho Vigalondo (reconocido friki, como lo son Santiago Segura o Álex de la Iglesia) es el autor de "7.35 de la mañana", cortometraje nominado al Oscar en 2004; también se reconoce como frikis el director de "El Señor de los anillos", la segunda película más taquillera de la historia. Y no están presentes sólo en la cultura; la mayoría de los impulsores de Internet pueden considerarse frikis de libro: desde Bill Gates a los creadores de Google. Eso explica que en España las discusiones sobre el canon digital, la SGAE, las redes wifi gratuitas o la cultura y el software libre estén dirigidas por una avanzadilla de informáticos que agitan como estandarte la gafa de pasta. Internet crece cada día con sus aportaciones: Linux es la joya de su corona.
Los frikis salen a la calle para protagonizar batallas con barras de pan a modo de espada láser, como ocurrió en Madrid el pasado Día del Orgullo Friki, pero el centro de la vida de la comunidad continúa en la blogosfera. Son inteligentes y tienen buena memoria, por eso cada día le dan las gracias a Internet. Saben que, sin la Red, quedarían de nuevo aislados en un mundo de hostil normalidad. La web facilitó el intercambio de merchandising, pero sobre todo permitió las primeras quedadas entre aficionados que antes disfrutaban en su casa de su extravagancia sin más testigo que altares con figuritas de plástico.
Los frikis son duchos en informática, están sobreexcitados intelectualmente y muestran un dominio del inglés por encima de la media. Como teleadictos y defensores del esperpento, los frikis han adoptado la salvación de Eurovisión como otra de sus causas. La autoparodia es la primera regla del friki. Regodearse en su peculiaridad es un valor del colectivo Y la receta ha calado. No sólo no son simples raritos. También son un público comercial jugosísimo. El negocio es perfecto. Además de comprar, los frikis son dueños de una imagen que cada vez vende más.
Jerónimo Andreu