viernes, 29 de febrero de 2008

El peligro de escribir

" Tengo miedo de escribir, es tan peligroso. Quien lo ha intentado, lo sabe. Peligro de revolver en lo oculto y el mundo no va a la deriva, está oculto en sus raíces sumergidas en las profundidades del mar. Para escribir tengo que colocarme en el vacío. "

"Un soplo de vida". Clarice Lispector

martes, 26 de febrero de 2008

Nueve millones de bicicletas

There are nine million bicycles in Beijing
That's a fact,
It's a thing we can't deny
Like the fact that I will love you till I die.

We are twelve billion light years from the edge,
That's a guess,
No-one can ever say it's true
But I know that I will always be with you.

I'm warmed by the fire of your love everyday
So don't call me a liar,
Just believe everything that I say

There are six billion people in the world
More or less
and it makes me feel quite small
But you're the one I love the most of all

We're high on the wire
With the world in our sight
And I'll never tire,
Of the love that you give me every night

And there are nine million bicycles in Beijing
And you know that I will love you till I die!

domingo, 24 de febrero de 2008

La admiración (y III)

La admiración puede equivocarse. La historia nos ha enseñado a ser cautelosos, proporcionándonos la sabiduría del gato escaldado. El siglo XX fue el siglo de admiraciones asesinas. El fervor de las masas por Hitler, Mussolini, Stalin o Mao convierte en temibles las admiraciones desmesuradas.
¿En qué quedamos? ¿Debemos admirar o no? Estas preguntas plantean un aspecto esencial para la educación de los sentimientos. Los sentimientos tienen un componente cognitivo que les hace ser inteligentes o estúpidos, acertados o errados. Cualquier sentimiento, por muy elevado que sea, puede convertirse en peligroso si no está dirigido por la inteligencia. Por ejemplo, la compasión es el sentimiento básico de la humanidad, pero puede dirigirse mal y convertirse en una sensiblería destructiva e injusta.
Por eso es tan necesaria la educación de las emociones, que no consiste en erradicarlas, sino en penetrarlas de inteligencia. En el caso que nos ocupa, eso quiere decir educar para admirar apasionadamente lo admirable e intentar imitarlo.

viernes, 22 de febrero de 2008

Viajero

"Quien ha alcanzado la libertad de la razón, aunque sólo sea en cierta medida, no puede menos que sentirse en la tierra como un caminante, pero un caminante que no se dirige hacia un punto de destino pues no lo hay.
Mirará, sin embargo, con ojos bien abiertos todo lo que pase realmente en el mundo; asimismo, no deberá atar a nada en particular el corazón con demasiada fuerza: es preciso que tenga también algo del vagabundo al que agrada cambiar de paisaje.
Sin duda ese hombre pasará malas noches, en las que, cansado como estará, hallará cerrada la puerta de la ciudad que había de darle cobijo (...) Quizá entonces su corazón se sentirá cansado de viajar. Y cuando se eleve el sol de la mañana, ardiente como un airado dios, y se abra la ciudad, puede que vea en los ojos de sus habitantes más desierto, más suciedad, más bellaquería y más inseguridad aún que ante su puerta, por lo que el día será para él casi peor que la noche.
Es posible que a veces sea así la suerte de este caminante.
Pero pronto llegan, en compensación, las deliciosas mañanas de otras comarcas y de otras jornadas (...) y mientras se pasea bajo los árboles, verá caer a sus pies desde sus copas y desde los verdes escondrijos de sus ramas una lluvia de cosas buenas y claras, como regalo de todos los espíritus libres que frecuentan el monte, el bosque y la soledad, y que son como él, con su forma de ser unas veces gozosa y otra meditabunda, caminantes y filósofos.
Nacidos de los misterios de la mañana temprana, piensan qué es lo que puede dar al día (...) con una faz tan pura, tan llena de luz y de claridad serena y transfiguradora: buscan la filosofía de la mañana. "
"Humano, demasiado humano". Friedrich Nietzsche

miércoles, 20 de febrero de 2008

Gozo del tacto

Estoy vivo y toco.
Toco, toco, toco.
Y no, no estoy loco.
Hombre, toca, toca
lo que te provoca:
seno, pluma, roca,
pues mañana es cierto
que ya estarás muerto,
tieso, hinchado, yerto.
Toca, toca, toca,
¡qué alegría loca!
Toca. Toca. Toca.


Dámaso Alonso

Ética

"A diferencia de otros seres, vivos o inanimados, los hombres podemos inventar y elegir en parte nuestra forma de vida. Podemos optar por lo que nos parece bueno, es decir, conveniente para nosotros, frente a lo que nos parece malo e inconveniente.
Y como podemos inventar y elegir, podemos equivocarnos, que es algo que a los castores, las abejas y las termitas no suele pasarles. De modo que parece prudente fijarnos bien en lo que hacemos y procurar adquirir un cierto saber vivir que nos permita acertar. A ese saber vivir, o arte de vivir si se prefiere, es a lo que llamamos ética."

"Ética para Amador". Fernando Savater

lunes, 18 de febrero de 2008

La admiración (II)

La sorpresa es el sentimiento agradable ante lo imprevisto. Es la esencia de la comicidad, del humor y de las novelas de intriga. Desde el punto de vista sociológico, hay culturas que aman la novedad y la sorpresa –así fue la cultura griega– y otras que a nada temen más que al sobresalto. Para completar la crónica de esta gran familia sentimental, mencionaré un último tipo de pasmo: la fascinación. “En la fascinación –escribió Sartre– no hay nada más que un objeto gigante en un mundo desierto. El objeto se destaca con relieve absoluto sobre un fondo vacío.” El espectador se queda prendado, hipotecado por el objeto.
Pero volvamos a la admiración, que es la emoción producida por la aparición de algo extraordinario que sorprende y agrada por sus cualidades, su belleza o perfección. Uno puede admirarse ante algo o sentir admiración hacia alguien. Podría hacerse un test de calidad humana con sólo preguntar: “¿Y usted a quién admira?”. No se puede vivir sin admirar, pero no se puede vivir admirando a quien no es admirable. Durante siglos se pensó que su objeto adecuado era el buen comportamiento privado y público, por eso se convirtió en un sentimiento moral. La educación clásica se basaba en la propuesta de modelos que imitar. Es lo que Bergson llamó “la atracción del héroe”. Aurelio Arteta, autor del mejor libro que conozco sobre este sentimiento, considera que nuestra sensibilidad moral se define por dos sentimientos: la compasión, que nos hace sentirnos afectados por el dolor de los demás, y la admiración, que nos hace sentirnos estimulados por su grandeza. Por eso su definición más adecuada es: “Sentimiento de alegría que brota a la vista de alguna excelencia moral ajena y suscita en su espectador el deseo de emularla”.
Ahora comprendemos por qué es un sentimiento mal visto en el mundo contemporáneo. Hay una confabulación contra la excelencia, que delata uno de esos sistemas de creencias invisibles que como detective me empeño en desvelar. Un igualitarismo torpe sostiene que “nadie es más que nadie”, que lo importante es que cada cual “trate de ser él mismo”. Usar el mismo rasero es imprescindible en lo que afecta a los derechos, pero puede resultar mezquino y falso cuando se aplica a todos los órdenes de la vida. No es vedad que el comportamiento de las personas sea equivalente. A los europeos, que hemos sido criados en la desconfianza, nos parece ingenuo que a los educadores estadounidenses les parezca muy importante que los alumnos estudien los personajes públicos que han destacado por su comportamiento moral y sus virtudes personales. Sin embargo, esa cultura de la admiración resulta extremadamente conveniente. El respeto, otra actitud en quiebra, es una variante de la admiración: la actitud hacia alguien admirable por su mérito y autoridad.
Los europeos hemos cultivado cuidadosamente el descrédito del héroe y hemos dado al escepticismo, al cinismo, al pesimismo y a la desconfianza un prestigio intelectual que no merecen y que en el campo moral es demoledor. “Piensa mal y acertarás” es, además de un refrán miserable, una profecía que acabará realizándose por el hecho de enunciarla. La ceguera para captar la grandeza empequeñece a las personas y a las sociedades. Hegel ya lo advirtió. Uno de los atractivos de la personalidad de Albert Camus fue su capacidad de admirar. “El mundo ha adquirido un espesor de vulgaridad que hace que el desprecio del hombre asuma la violencia de una pasión. Sin embargo, en el ser humano hay más cosas dignas de admiración que de desprecio.” (continuará)

Incertidumbre

"Tengo el cansancio anticipado de lo que no voy a encontrar. Si en determinado momento me hubiera vuelto para la izquierda en lugar de para la derecha. Si en cierto instante hubiera dicho sí en lugar de no, o no en lugar de sí. Si en determinada conversación hubiese tenido frases que sólo ahora en el entresueño elaboro. Si todo esto hubiera sido así hoy sería otro y quizá el Universo entero sería insensiblemente llevado a ser otro también. Pero sólo ahora lo que nunca fui ni seré me duele. Voy a pasar la noche a Sintra porque no puedo pasarla en Lisboa pero cuando llegue a Sintra me va a dar pena de no haberme quedado en Lisboa.
Siempre esta inquietud sin resolución, sin nexo, sin consecuencia. Siempre, siempre, siempre. Esta angustia excesiva del espíritu por nada.
En la carretera de Sintra, o en la carretera del sueño, o en la carretera de la vida. A la izquierda hay una casucha al borde de la carretera. A la derecha, el campo abierto con la luna a lo lejos. El auto que parecía hace poco proporcionarme libertad es ahora algo en lo que estoy encerrado. A la izquierda, hacia atrás, la casucha modesta. La vida allí debe ser feliz sólo porque no es la mía. Si alguien me ha visto desde la ventana de la casucha soñará: ese que va en el auto es feliz."

Fernando Pessoa

domingo, 17 de febrero de 2008

On the road

"Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado haciendo toda mi vida, mientras sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas. "
"En el camino". Jack Kerouac

viernes, 15 de febrero de 2008

La admiración (I)

Se trata de una noble emoción. Los miserables no admiran nunca. Ni los cínicos, ni los escépticos, ni los envidiosos, ni los resentidos. La actual cultura de la sospecha y el integrismo de la igualdad ciegan las fuentes de la admiración. De ahí la importancia de reivindicarla.
Para describirla, tengo ante todo que situarla en su entorno. Forma parte de una de las familias emocionales más nutridas y universales, la del asombro. Es su versión estética y moral. El asombro es el sentimiento provocado por la aparición de algo nuevo o inesperado. En su origen es un sistema fisiológico de alarma, lo que los fisiólogos llaman reflejo de arousal. Hace que la gacela levante y gire la cabeza al percibir un ruido extraño. Esto que parece tan sencillo es, en realidad, un alarde neurológico. Dicen los expertos que para poder reaccionar ante un estímulo nuevo, tengo, en primer lugar, que reconocerlo como nuevo, lo que supone compararlo con un mapa total de la realidad que debemos guardar en algún lugar de nuestro cerebro. Si les pregunto: ¿han estado ustedes en la luna?, me dirán que no, con mucha rapidez (unos doscientos milisegundos). ¿Cómo han sabido que no han alunizado? Cuando queremos que un ordenador haga algo parecido, nos percatamos de la extraordinaria complejidad del hecho. Tenemos que dar a la máquina una relación de todos los lugares donde hemos estado, luego hacemos que los compare con luna, y si no se da ese emparejamiento, el ordenador concluye que no hemos estado. ¿Hace algo semejante nuestro cerebro? No lo sabemos, pero algo tiene que hacer. Lo cierto es que la sorpresa detecta algo nuevo, algo que no ha encontrado pareja en la propia memoria.
Descartes, que escribió un tratado de las pasiones muy cartesiano –quiero decir racional y ordenado–, decía que el asombro es la primera de todas las emociones, la que nos prepara para las demás. Por eso, el asombro puede adquirir un tonalidad afectiva agradable –la sorpresa– o una tonalidad afectiva desagradable –el susto o el sobresalto–. De hecho, la etimología de “asombro” lo acerca a lo negativo, porque procede de umbra, sombra, y al parecer hace referencia al espantarse las caballerías por la aparición de una sombra. Por cierto, la palabra “espanto” no tenía en nuestra época clásica el significado negativo que tiene ahora. Era el asombro ante lo enorme. “Vive Dios que me espanta esta grandeza”, dice Cervantes en el comienzo de un famoso soneto laudatorio. (continuará)

Diagnosticando

"Si hoy me preguntaran en qué se reconoce el amor, si tuviera que establecer un diagnóstico de lo que es el amor, diría: "En primer lugar, la necesidad de la presencia". Y digo bien: necesidad, tan absoluta, tan vital como una necesidad física. "Después, la sed de comunicarse." La sed de comunicarse consigo mismo y con el otro, porque uno se encuentra tan maravillado, tiene tal seguridad de estar viviendo un milagro, tanto miedo de perder algo que jamás había esperado, que la suerte no le debía y quizá le dio por distracción, que a todas horas se experimenta la necesidad de tranquilizarse y, para tranquilizarse, de comprender."

"Carta a mi juez". Georges Simenon

domingo, 10 de febrero de 2008

El viaje de la vida

"El viaje como imagen de la vida y como aventura de la imaginación han sido dos constantes de nuestro pensamiento.
La vida es un viaje de la luz a la oscuridad. La vida es siempre el viaje del héroe de las mil caras, del millón de caras, y cada día viajamos de la mañana a la noche; de noche viajamos en nuestro sueños; de día viajamos por los sueños que tenemos con los ojos abiertos. Y no tenemos que ir muy lejos.
Viajamos en nuestros recuerdos y podemos viajar en los recuerdos de otros, en las memorias y las autobiografías de Zweig, Neruda, Casanova. Leer a Balzac es viajar a la Francia del siglo XIX, leer a William Faulkner es viajar al sur profundo de Estados Unidos de los años treinta, leer a Mariano Azuela es viajar a las entrañas de la Revolución. Vámonos con Martín Luis Guzmán y Pancho Villa a la toma de Zacatecas. Vámonos con Alejo Carpentier al siglo de las luces. Vámonos con Rafael F. Muñoz a Bachimba. Vámonos con Borges de ida y vuelta al infinito. Vámonos con Alicia al otro lado del espejo.
¿Por qué no decirle a nuestros niños que cuando abrimos un libro, sus páginas se transforman en velas, y con ellas desplegadas podemos navegar a los rincones más lejanos de nuestro país, a los recovecos más misteriosos de nuestra historia, a las tierras más altas de la imaginación? Fueron viajeros Robinson Crusoe y Arthur Gordon Pym. Viajó Gulliver, viajó Simbad, viajó Tartarín y el capitán Ahab.
¿Por qué no decirle a nuestros niños y a nuestros jóvenes que con los libros pueden viajar por el dolor y la alegría de los seres humanos, y por sus esperanzas, por su soledad, su amor y sus pasiones? ¿Por qué no decirles que con los libros podrán viajar al centro de sí mismos, por los mares de sus conciencias, por las profundidades de sus pensamientos?"

"El viaje como imagen de la vida". Fernando del Paso

Hoy andaba

Hoy andaba debajo de mí mismo
sin saber lo que hacía.

Hoy andaba debajo de la pena
con risa inexplicable.

Hoy andaba debajo de la risa
con todo el llanto a cuestas.

Hoy andaba debajo de las aguas
sin que fuese milagro comparable.

Hoy andaba debajo de la muerte

y no reconocía sus cimientos.

Andaba a la deriva por debajo del cuerpo

confundiendo los dedos con los ojos.

Hoy andaba debajo de mí mismo
sin poder contenerme.

José Ángel Valente

miércoles, 6 de febrero de 2008

Cultura y longevidad

"A mayor nivel de cultura, mejor salud y más años de vida". Esta es la conclusión de un estudio publicado en el New York Times que, sin embargo, resta valor al ejercicio físico.
Hacer gimnasia no está nada mal pero todavía mejor resulta ejercitar la mente y procurarle bienes. El saber no sólo puede preservar de otras carencias y penitencias sino procurar nuevas amenidades, existencias y amores incalculables. De la cultura se deriva el deseo de vivir a propósito de la afición a saber más, descubrir, curiosear más allá, que distingue, en general, a las personas longevas.
Entretenerse con esta vida se convierte en el mejor antídoto contra su fuga. Entretener la vida o tener entre las manos su aliento en acción, su pensamiento y su específico gozo humano.
Jugar y muscular el pensamiento conlleva fortalecer sus capacidades y sus muchas ofertas. A fin de cuentas la muerte acaba viniendo por ahí, por el lado del aburrimiento del alma y la reducción de la mente. Viene y nos mata definitivamente cuando ya no nos deja saber más.

Modificado de Vicente Verdú