viernes, 25 de abril de 2008

... Pero a tu lado - Los Secretos

El pudor (I)

El pudor es una vergüenza poco presente en la sociedad occidental de hoy, pero, a juicio del autor, podría ir bien recuperarlo aunque con ciertas reformas: en lugar de la vergüenza atada al sexo, especialmente de las mujeres, el pudor podría asociarse a la dignidad.
Este sentimiento de vergüenza preventiva alcanza de distinta manera a todas las culturas, que lo concentran en diversas partes del cuerpo, desde el rostro al pie, pasando por el pecho y el sexo. Hablamos de un sentimiento esencialmente sensible a los cambios históricos: el pudor. ¿Se ha perdido realmente este sentimiento? ¿Es tan importante recuperarlo?
El pudor es una de las variantes de la vergüenza, que es un sentimiento social producido en el sujeto “por la aprehensión de algún desprecio, confusión o infamia que se padece o se teme padecer”. Es, pues, el miedo a ser mal visto, y mal evaluado.
En las culturas comunitarias, el yo personal casi se identifica con el yo social, es decir, con el que resulta de la opinión de los demás. Necesito recibir de los otros la imagen que tengo de mí mismo. En esas sociedades, la autonomía no está bien vista. Todavía ahora, culturas muy sociales, como las orientales, sienten cierta repugnancia por la soberbia afirmación del yo individual propia de las sociedades occidentales.
No siempre fue así. En Grecia y Roma, la fama y el honor no tenían el carácter superficial que tienen ahora. Era el reconocimiento público de la calidad de una persona. El honor latino era el premio dado a la virtud, al valor. Sólo más tarde se convirtió en patrimonio del alma. Originalmente había sido el juicio de la comunidad. Como sólo existía ese yo social, condensado en el honor, quien lo perdía lo perdía todo. En ese contexto, la vergüenza se vivía como el sentimiento ocasionado por la pérdida real, presunta o temida, de la propia dignidad. El comportamiento indigno, como el ser tratado indignamente, producía vergüenza. Este sentimiento impedía la realización de una acción indecorosa.
Este significado está aún presente cuando hablamos de la vergüenza torera, aquel sentimiento que hace que el torero se comporte dignamente.La idea se empequeñeció. La vergüenza dejó de depender del propio comportamiento y se convirtió en un juicio social que, como tal, podía ser arbitrario, ridículo o terriblemente injusto y destructivo. Camus cuenta en El primer hombre un conmovedor ejemplo. Gracias a la ayuda de su profesor, el pequeño Camus consigue una beca para ir al instituto. Allí, tiene que rellenar un formulario en el que se le pregunta por la profesión de los padres. Tiene que decir que su madre es una “criada”, pero al comenzar a escribir la palabra “se detuvo y de golpe conoció la vergüenza y la vergüenza de haber tenido vergüenza”. (continuará)