viernes, 27 de junio de 2008

La necesidad de vivir

Sigo aplicándome el "no hay mal que por bien no venga" pero en tanto no viene nada de nada, sólo puede mantenerse en pie la fe sin más.
Pero, ¿a cuento de qué creer? ¿quién garantiza que no va a cumplirse verosímilmente la lógica de lo peor? Creer tan sólo para no de-cre(c)er.
La creencia religiosa desempeña desde el principio de los tiempos este papel fundacional y funcional: no es Dios quien creó a los hombres sino los hombres quienes crearon a Dios. No será el Gran Poder quien sostiene y mantiene la altura de Dios sino, precisamente, la falta de poder humano la que eleva desesperadamente el fantasma de la Divinidad.
¿Para degradación de la especie? ¿para superación de la especie? Lo misma da. Lo capital radica en la sustentación y su agregado de sustento. Dios es como un pan. No importa si candeal o falso. Basta que sea un como si fuera y, de este modo, se represente vivo en la conciencia.
La idea que quien no se consuela es porque no quiere coincide con que el consuelo necesita el deseo de la consolación: del deseo de consuelo nace el ser palpitante del consuelo. De la misma manera, de la escritura nace el deseo de escribir y, al cabo, del amor al deseo nace la ocasión de amar. Como también, de la necesidad de felicidad nace la fe consoladora y hasta la vida brota gracias a la necesidad de vivir.

miércoles, 25 de junio de 2008

La caricia perdida

Se me va de los dedos la caricia sin causa,
se me va de los dedos... En el viento, al pasar,
la caricia que vaga sin destino ni objeto,
la caricia perdida ¿quién la recogerá?

Pude amar esta noche con piedad infinita,
pude amar al primero que acertara a llegar.
Nadie llega. Están solos los floridos senderos.
La caricia perdida, rodará... rodará...

Si en los ojos te besan esta noche, viajero,
si estremece las ramas un dulce suspirar,
si te oprime los dedos una mano pequeña
que te toma y te deja, que te logra y se va.

Si no ves esa mano, ni esa boca que besa,
si es el aire quien teje la ilusión de besar,
oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,
en el viento fundida, ¿me reconocerás?

Alfonsina Storni

Conciencia


La razón nos engaña con tanta frecuencia que nos hemos arrogado demasiado el derecho para recusarla, pero la conciencia nunca nos engaña porque es la verdadera guía del hombre. Los actos de la conciencia no son juicios, sino sentimientos.
Emile Rousseau

domingo, 22 de junio de 2008

Colmos

Era un tipo tan auténtico que la inmensa mayoría creía que estaba enfermo.

Era un tipo tan honesto, que para la inmensa mayoría, era un sospechoso delincuente.

Era un tipo tan cretino, que en foros políticos se le consideraba visionario.

Se adscribió de tal forma a la mentalidad de su partido que no pudo nunca más recuperar su identidad.

De tanto pedir permiso, se murió.

Decía tantas veces 'sí' cuando en realidad pensaba 'no' que acabó confundiendo 'yo' con 'tú' y acabó sintiéndose 'nadie' cuando estaba ante 'alguien'.

Álex Rovira

miércoles, 18 de junio de 2008

Deseo

No decía palabras,
no decía palabras, acercaba tan sólo un cuerpo interrogante,
porque ignoraba que el deseo es una pregunta cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.

La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.

Un roce al paso, una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.

Aunque sólo sea una esperanza
porque el deseo es pregunta cuya respuesta nadie sabe.

Luis Cernuda

Canciones de cuando era un niño...

La soledad (y II)

Los sentimientos tienen geografía e historia. Se manifiestan de distinta manera en culturas y en momentos históricos diferentes. El alma humana siente de muchas maneras. Hay sociedades comunitarias y sociedades individualistas, y en cada una de ellas la presencia o ausencia del otro se vivirá de maneras diferentes. Amae es el sentimiento más importante de la cultura japonesa. Es un sentimiento de interdependencia, que implica “depender y contar con la benevolencia de otro, sentir desamparo y deseo de ser amado”. En Europa, la soledad ha sufrido pleamares y bajamares.

La búsqueda de la soledad tuvo un origen religioso. Los eremitas se retiraban al desierto para vivir “a solas con el Solo”. Consideraban que el trato con los demás era una fuente de distracción o de tentaciones. San Simeón estilita, viviendo en lo alto de una columna, puede servir de símbolo de este afán de soledad. Sin embargo, durante la edad media, que fue una época transida de miedos, la soledad aparece como amenazadora. El Renacimiento trajo una afirmación de la individualidad y un nuevo deseo de volver hacia uno mismo, Petrarca escribe un tratado de la vida solicitaria (De vita solitaria). Hay tres soledades, dice: la del lugar, que es la del desierto; la del tiempo, como la que trae la noche; la del alma, como la experimentan aquellos a los que la profunda meditación separa de los demás y les permite estar solos donde y cuando quieren.También Montaigne escribe sobre la soledad. La necesita para escribir, pero reconoce que los estudiosos son presa fácil de la melancolía. Esta palabra tiene enlaces sutiles. Significa una tristeza sin motivo y sin sufrimiento. Victor Hugo la definió como “la dicha de ser desdichado”. Aparece dotada de un aura poética, y los románticos la buscaron afanosamente y, a través de ella, la soledad. Eso produjo un enfrentamiento entre ilustrados y románticos. Los enciclopedistas detestaban la soledad, porque consideraban que el hombre es esencialmente sociable. El romanticismo, vuelto hacia la escucha de los sentimientos, sólo puede coordinar su pasión amorosa con su afán de soledad y melancolía, degustando amores desgraciados. Rilke, que es un posromántico, da una definición del amor que mantiene el mínimo de comunicación: “Dos soledades que se protegen, se completan, se limitan, se reverencian”. Su ideal es “amar de lejos y conservar para sí la soledad”.

Mucha gente teme la compañía, y también mucha gente teme la soledad. Este horror puede ser tan intenso que incite a mantener cualquier tipo de relación con tal de librarse de él. Albert Ellis, un gran terapeuta, en su estudio de las creencias falsas que amargan la vida, incluía la de quienes creen que nunca podrían vivir solos. Para evitar fracasos recomendaba una “escuela para la soledad” paralela a una “escuela para la convivencia”.

Catherine Lutz es una de mis antropólogas preferidas. Vivió durante dos años en un atolón perdido en el Pacífico, con el pueblo de los ilongots, y despues nos contó el mundo afectivo de esa comunidad en un famoso libro titulado Unnatural Emotions. Los ilongots viven en grandes cabañas comunitarias, lo que resultaba muy incómodo a Lutz, acostumbrada a la privacidad de nuestras sociedades. Por ello pidió que le cedieran una pequeña cabaña para ocuparla ella sola. Con ello se granjeó una reputación de demente, porque nadie en su sano juicio, pensaban, podía preferir vivir solo a disfrutar de la cercanía y el contacto con otras personas. La necesidad de vinculación troquela las costumbres. Cuando los ingleses introdujeron el fútbol, los tangu de Nueva Guinea se negaron a jugar si no se cambiaban antes las reglas del juego. A los tangu no les gusta que haya ganadores y perdedores, por lo que hubo que cambiar la finalidad del partido. Lo importante era empatar, y jugaban hasta que lo conseguían. A veces, hasta varios días.

Leo en L’Express: “En Francia hay diez millones de célibataires”, de personas que deciden vivir solas, en una soltería buscada. Parece que ha calado la pesimista frase de Sartre: “El infierno son los otros”. Sin embargo, las encuestas dicen que los solistas disfrutan más de la amistad. Tienen 3,1 amigos de media, mientras que las parejas sólo 1,8. La única condición que ponen es que la amistad no exija compromiso ni altere la independencia o la libertad. Muchos sociólogos se alarman ante la expansión de un individualismo feroz, que no acaba de reconocer la necesidad de vinculación. La soledad se ha convertido en la fortaleza. “Mi soledad es mi castillo”, piensa mucha gente, y desde ella hace excursiones al exterior, para volver siempre al refugio. La reconstrucción del vínculo social, la invención de nuevos sistemas afectivos para la convivencia, aparece así como una de nuestras prioridades culturales.

sábado, 14 de junio de 2008

Remedio de avestruz

"Se cree que un hombre tonto debe ser ordinario y estar sano y que la enfermedad hace al hombre fino e inteligente y personal", se dice en La montaña mágica. Mas esta idea procede de tiempos oscurantistas que daban a la enfermedad y al sufrimiento el carácter de pasaporte para el cielo. Con las Luces de la Ilustración el medio turbio y funerario, la expresión taciturna y funeraria cambia por completo. Un hombre que vive enfermo no es mucho más que un cuerpo. Y en cuanto al estómago: la expresión "no lo trago" que expresa el desprecio o el desdén por una persona o, incluso, el "no me trago", aluden a la notable importancia psíquica que posee el estómago y cuánto bagaje de nuestra personalidad transporta y significa.
En la magia homeopática de los araucanos se empleaban buches disecados de avestruz "buche isuri" "pepsina nostra" para tratar las afecciones dispéticas. El criterio que guiaba esta terapia decisiva era que, a través del estómago de la avestruz, se puede digerir cualquier cosa que se enferme en nada. Ser o comportarse como se atribuye a la avestruz (negándose a ver o aceptar, denegar el peligro y el conflicto) endurece acaso la mente, y su correspondiente aparato digestivo acaba metabolizando y excretándolo todo.

viernes, 13 de junio de 2008

La soledad (I)

Buscada intensamente por unos, ahuyentada a cualquier precio por otros, la soledad, como todos los sentimientos, tiene geografía e historia y no es lo mismo en el Japón de hoy que en la España medieval.

Los sentimientos nos informan acerca de cómo nos van las cosas. Son el resultado del choque entre nuestras expectativas y la realidad. La decepción, por ejemplo, me indica que mis esperanzas no se han cumplido. El miedo, que mis deseos están amenazados por la presencia de un peligro. El sujeto interpreta siempre lo que le sucede desde su cultura, sus proyectos y sus necesidades; por eso una misma situación desencadena sentimientos diferentes en diferentes personas.

Los puristas señalan que la soledad no es un sentimiento, sino una situación real –el hecho de estar solo– que para unas personas es fuente de satisfacción y para otras causa de horror. Como sentimiento, la soledad se ha convertido en un tipo de tristeza. Es la percepción de una ausencia, de algo que debería estar pero no está. El Diccionario de autoridades ya decía: “Se toma particularmente por orfandad o falta de aquella persona de cariño o que puede tener influjo en el alivio y consuelo”.

En circunstancias normales, los humanos necesitamos compañía, comunicación y ayuda. Por eso, la soledad se vive como carencia, abandono, incomunicación o desamparo. Es, pues, la experiencia de echar en falta. Los neurólogos conocen muy bien lo que llaman miembro fantasma. Personas a las que se les ha amputado un brazo o una pierna experimentan dolor en el miembro que ya no tienen. Al parecer, tenemos una imagen de nuestro propio cuerpo íntegro, y cuando falta una parte, el cerebro detecta esa falta mediante el dolor. Algo parecido sucede en la soledad. El mapa de sociabilidad que tiene una persona grita al estar incompleto. El sentimiento de duelo es un caso bien conocido. La desaparición de una persona produce en alguien la ruptura de un apego, de un vínculo cuya profundidad tal vez no sospechaba. No es raro que la quiebra de una relación que se consideraba aburrida o molesta provoque un vivo sentimiento de soledad. Marcel Proust lo cuenta muy bien en el último tomo de En busca del tiempo perdido. Al llegar a casa, el protagonista se entera de que Albertine, su amante, ha huido. Durante cientos de páginas nos ha dicho que no puede aguantarla, pero al comprobar que se ha marchado siente una tristeza insoportable, que le desconcierta. Se siente solo cuando esperaba sentirse liberado. La esencia de la soledad es echar en falta una relación deseada. No es una cuestión física, pues uno se puede sentir solo en medio de la multitud, y no hay nada más doloroso que la soledad de dos en compañía. Hace unas décadas tuvo gran éxito el libro de David Riesman La muchedumbre solitaria, en el que criticaba la incomunicación de las grandes ciudades. Poco después, Robert Putnam, otro sociólogo, publicó un trabajo que tuvo gran repercusión titulado Bowling Alone, algo así como “jugando a los bolos solo”. Se está generalizando un recelo ante la convivencia, un miedo al compromiso, una escuela de desconfianza, que busca la soledad como un refugio.(continuará)

Sueños

Para realizar un gran sueño, lo primero que hace falta es una gran aptitud para soñar; luego, persistencia, que es la fe en el sueño de uno.
Hans Selye

domingo, 8 de junio de 2008

Queda prohibido

¿Qué es lo verdaderamente importante?
Busco en mi interior la respuesta
y me es tan difícil de encontrar.
Falsas ideas invaden mi mente,

acostumbrada a enmascarar lo que no entiende,
aturdida en un mundo de irreales ilusiones,
donde la vanidad, el miedo, la riqueza,
la violencia, el odio, la indiferencia,
se convierten en adorados héroes,
¡no me extraña que exista tanta confusión,
tanta lejanía de todo, tanta desilusión!

Me preguntas cómo se puede ser feliz,
cómo entre tanta mentira puede uno convivir...
cada cual es quien se tiene que responder,
aunque para mí, aquí, ahora y para siempre:
Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarme un día sin saber qué hacer,
tener miedo a mis recuerdos,
sentirme sólo alguna vez.

Queda prohibido no sonreír a los problemas,
no luchar por lo que quiero,
abandonarlo todo por tener miedo,
no convertir en realidad mis sueños.
Queda prohibido no demostrarte mi amor,

hacer que pagues mis dudas y mi mal humor,
inventarme cosas que nunca ocurrieron,
recordarte sólo cuando no te tengo.

Queda prohibido dejar a mis amigos,
no intentar comprender lo que vivimos,
llamarles sólo cuando los necesito,
no ver que también nosotros somos distintos.
Queda prohibido no ser yo ante la gente,

fingir ante las personas que no me importan,
hacerme el gracioso con tal de que me recuerden,
olvidar a todos aquellos que me quieren.

Queda prohibido no hacer las cosas por mí mismo,
no creer en mi dios y hallar mi destino,
tener miedo a la vida y a sus castigos,
no vivir cada día como si fuera un último suspiro.
Queda prohibido echarte de menos sin alegrarme,

odiar los momentos que me hicieron quererte,
todo porque nuestros caminos han dejado de abrazarse,
olvidar nuestro pasado y pagarlo con nuestro presente.

Queda prohibido no intentar comprender a las personas,
pensar que sus vidas valen más que la mía,
no saber que cada uno tiene su camino y su dicha,
sentir que con su falta el mundo se termina.
Queda prohibido no crear mi historia,

dejar de dar las gracias a mi familia por mi vida,
no tener un momento para la gente que me necesita,
no comprender que lo que la vida nos da, también nos lo quita.
Alfredo Cuervo Barrero

sábado, 7 de junio de 2008

La memoria (y III)

En ocasiones, el olvido es algo activamente buscado, especialmente el de los recuerdos traumáticos de experiencias pasadas. Existen dos formas de olvido motivado: la supresión, una forma consciente de olvidar, y la represión, una forma especialmente explicada por el psicoanálisis en la que el olvido no es consciente. No todos los psicólogos coinciden en el concepto de recuerdo reprimido. Uno de los problemas que surgen es que es difícil, por no decir imposible, estudiar científicamente si un recuerdo ha sido reprimido. Como la actividad de ensayar y recordar es algo importante para el fortalecimiento de la memoria, y los recuerdos dolorosos no suelen ser objeto de estas actividades, no es extraño que se puedan desvanecer con el tiempo.
Si nos fuera posible seleccionar los recuerdos que convendría hacer desvanecer, por ejemplo en el ámbito de una terapia, habría que priorizar las memorias traumáticas que aún causan temor y que persisten en la memoria de un modo total o parcial, causando pesadillas, imágenes intrusas del pasado o reacciones fisiológicas de ansiedad. Estos son los contenidos de la memoria que hay que volver a procesar para que se puedan borrar. Por eso, muchas personas que sufren trastorno por estrés postraumático sólo pueden sentirse mejor al volver a recrear la penosa situación que vivieron y las emociones que sintieron en aquel momento. De este modo, la muesca en el disco rayado puede volver a repararse.Una importante razón para recordar lo que sucedió es la reducción del miedo unido al hecho. Los recuerdos del trauma no son peligrosos para nadie aunque puedan sentirse así. La confrontación con el recuerdo en un entorno seguro –como escribir sobre él, describirlo en voz alta, dibujarlo– contribuye a trabajar o procesar el suceso traumático. También actúa reintegrándolo al pasado. La práctica de evitar el recuerdo continuamente, junto a los sentimientos de dolor, miedo, rabia, depresión, vergüenza y autoflagelación relacionada, lo mantiene vigente en el presente. A través del proceso de recordar, es posible entender lo que ocurrió. Sentir rabia por lo que pasó. Recordar, pero sintiendo que no hay peligro, otorga una sensación de control sobre la experiencia y el terror experimentado.
Las terapias basadas en recuperar el recuerdo deben administrarse con ciertas salvedades. Donald Meichenbaum, uno de los fundadores de la psicología cognitivo conductual, advierte sobre algunos puntos:
-Recordar es un proceso reconstructivo, no una reproducción literal de una experiencia pasada. Se olvida más que lo que se recuerda.
-Los recuerdos pueden estar influidos y distorsionados por el curso del tiempo.
-Al reconstruir la memoria no se reproducen todos los detalles.
-En ocasiones, es posible estar seguro de recuerdos inexactos y erróneos.
-No es necesario recordar todo sobre un suceso traumático exactamente como sucedió. Lo que es importante es recobrar información para volver a procesar la memoria. Sólo hay que situar el recuerdo y sus emociones, sensaciones corporales y pensamientos acompañantes en el pasado, que es donde deben estar.
No todos los recuerdos del pasado son traumáticos, mucho son simplemente tristes o cargados de resentimiento. No siempre una evocación negativa nos remueve el cuerpo/mente como para iniciar una terapia. Los malos recuerdos pueden ser reconvertidos y reinterpretados de forma que contribuyan al crecimiento personal. Una persona saludable es aquella que es consciente de que ocurren infortunios en la vida de todos. Sabe mantener el equilibrio al hallar los beneficios y el significado que estos puedan revelar. Despliega habilidades para afrontar la adversidad de un modo realista aprovechándola para el propio crecimiento.Una primera forma de ayudarse a sí mismo a borrar los malos recuerdos sería aprovechar los propios mecanismos de la memoria y el olvido; sólo habría que utilizarlos a nuestro favor:
• Dejar de recrear los malos recuerdos mediante conversaciones, pensamientos victimizadores, de modo que vayan decayendo por desuso.
• Permitir el paso a las nuevas experiencias del presente con el fin de que sustituyan las tristes experiencias anteriores.
• No investigar ni intentar rememorar los detalles de los recuerdos para que no se fijen en la memoria a largo plazo.
• Y por último, decidir conscientemente lo que se desea o no olvidar.
Otra técnica propuesta por Babette Rothschild en su libro The Body Remembers (2000) es el aprendizaje de la conciencia dual (dual awareness). La finalidad de esta técnica es observar y trabajar sobre el recuerdo mientras la persona se reafirma que está segura en el momento presente. Esto contribuye a ver la experiencia pasada desde la persona que observa y la persona que experimenta.
Lo único real es el presente. Muchas veces la elección de estar plenamente en el ahora es lo único que se necesita para recobrar la serenidad y tan sólo se requiere optar por ello. Elegir el presente es la opción de renovarse día a día, resetearse cada mañana para ver el mundo siempre nuevo, salido de fábrica, y como algo eterno que estaba antes y estará después de nosotros.

lunes, 2 de junio de 2008

Los países nocturnos


Hay una geografía de la mente.
Hay paisajes nocturnos, igual que hay territorios
en donde un sol dichoso se eterniza.
Hay países de sombra que regresan
en el maldito tren de largo recorrido
con parada en nosotros.

Hay un desierto de la inteligencia,
y he navegado océanos sin luz
al fondo de unos ojos
que no tenían fondo.

No es una nueva dimensión del mundo.
El primer hombre ya exploró la tierra
en su vastedad negra; le bastó un instante
de auténtico dolor, para haber fatigado
los trenes, los desiertos, las selvas y los ojos.

Estas desordenadas palabras en la niebla
no pretenden servir, ahora ni nunca,
de acta fundacional de ninguna ciudad.
Estas ciudades han sido desde siempre
y viven en el alma,
alzadas en un aire enrarecido,
callejón neblinoso por donde ya anduvimos,
extrarradio feroz al que nos condenaron.

Explorador sin suerte,viajero del mundo que has perdido
el Sur y el Norte, y el avión de regreso
hacia una patria un poco más amable.
Hermano equivocado que estuviste
el día equivocado
en el equivocado centro de tu vida,
equivocando el modo de escaparte.

Hay una geografía de la mente.
Hay un teatro donde se representa
nuestro viaje hacia nosotros,
desde nosotros mismos.
Y en la escena final del acto último
hay un barco que se hunde en un hielo brumoso,
mientras en los salones
una orquesta fantasma
acomete un vals para los muertos.

Adivina quién fue invitado a los salones,
adivina quién baila la música fantasma,
y adivina quién se hundió con ese barco.
Carlos Marzal