jueves, 4 de octubre de 2007

Citas


"Dame la fortaleza para transformar las cosas que puedo cambiar, la paciencia para aceptar las que no puedo cambiar, y la sabiduría para conocer la diferencia existente entre ambas"
San Francisco de Asís

"Los hombres inteligentes quieren aprender; los demás, enseñar"
Anton Chéjov


Educación sentimental ( y IV )



Volvamos al plano del territorio afectivo. El amor va acompañado siempre de sentimientos, que normalmente pueden confundirse con él, pero que en realidad sólo van modulándolo, fortaleciéndolo o agostándolo. Los sentimientos pueden ser agradables o desagradables, claro está, y es difícil que el amor sobreviva a sentimientos desagradables voluntariamente causados. Puede sin duda sobrevivir o incluso robustecerse en situaciones inevitables de dolor o tristeza –causadas, por ejemplo, por enfermedades o mala fortuna–, pero es difícil que sobreviva a una situación de tensión, miedo, violencia, aburrimiento o desánimo provocada y mantenida. Una amante de leyenda, Mariana Alcoforado, la monja portuguesa, escribía a su poco solícito enamorado: "Ámame siempre, y haz padecer más a tu pobre Mariana". Me parece un victimismo malsano.
La etapa del cortejo o del enamoramiento suele ser tan satisfactoria porque, por regla general, ambos enamorados se esfuerzan por provocar sentimientos agradables en el otro, cosa que después se olvida con frecuencia. Por último, el amor puede consolidarse como forma de apego. El niño siente apego por sus padres. Es una relación de necesidad, de dependencia, de seguridad, un deseo de no separarse. El amor se consolida en formas estables de cariño, de confianza. Pero este apego no sólo puede prolongar el amor, sino también suplantarlo. Suelo preguntar a mis alumnos: "Si alguien te dice, sinceramente, ‘no puedo vivir sin ti’, ¿debes tomarlo como una señal inequívoca de amor?". Suelen decir que sí, y se equivocan. Más de un asesino ha matado a su pareja porque no podía vivir sin ella, y sería por lo menos equívoco decir que la amaba.¿De qué estamos hablando entonces cuando hablamos de amor? Sin duda alguna, de muchas cosas diferentes. Pero sería fácil que nos pusiéramos de acuerdo en describir la culminación del amor.
Alguien ama a una persona cuando desea su felicidad, quiere ser causa de ella y necesita que la otra persona sienta lo mismo hacia él. Esos deseos se expresan obrando en consecuencia y procurando sentimientos agradables, cálidos y animosos hacia la persona amada. Al final, puede instaurarse un apego profundo, intenso y generoso –como sucede con los buenos vinos y los fértiles campos– e irrompible.En "El amor en los tiempos del cólera" –a mi juicio, la mejor novela de Gabriel García Márquez–, una pareja de enamorados que ha conseguido casarse después de muchos años de desencuentros y lejanías viaja en su barco aguas arriba y aguas abajo de un río. Y cuando el capitán, algo asombrado de ese tejer y destejer acuático, les pregunta: "¿Y hasta cuándo estaremos así?", el enamorado le contesta plácidamente: "Toda la vida".