domingo, 10 de febrero de 2008

El viaje de la vida

"El viaje como imagen de la vida y como aventura de la imaginación han sido dos constantes de nuestro pensamiento.
La vida es un viaje de la luz a la oscuridad. La vida es siempre el viaje del héroe de las mil caras, del millón de caras, y cada día viajamos de la mañana a la noche; de noche viajamos en nuestro sueños; de día viajamos por los sueños que tenemos con los ojos abiertos. Y no tenemos que ir muy lejos.
Viajamos en nuestros recuerdos y podemos viajar en los recuerdos de otros, en las memorias y las autobiografías de Zweig, Neruda, Casanova. Leer a Balzac es viajar a la Francia del siglo XIX, leer a William Faulkner es viajar al sur profundo de Estados Unidos de los años treinta, leer a Mariano Azuela es viajar a las entrañas de la Revolución. Vámonos con Martín Luis Guzmán y Pancho Villa a la toma de Zacatecas. Vámonos con Alejo Carpentier al siglo de las luces. Vámonos con Rafael F. Muñoz a Bachimba. Vámonos con Borges de ida y vuelta al infinito. Vámonos con Alicia al otro lado del espejo.
¿Por qué no decirle a nuestros niños que cuando abrimos un libro, sus páginas se transforman en velas, y con ellas desplegadas podemos navegar a los rincones más lejanos de nuestro país, a los recovecos más misteriosos de nuestra historia, a las tierras más altas de la imaginación? Fueron viajeros Robinson Crusoe y Arthur Gordon Pym. Viajó Gulliver, viajó Simbad, viajó Tartarín y el capitán Ahab.
¿Por qué no decirle a nuestros niños y a nuestros jóvenes que con los libros pueden viajar por el dolor y la alegría de los seres humanos, y por sus esperanzas, por su soledad, su amor y sus pasiones? ¿Por qué no decirles que con los libros podrán viajar al centro de sí mismos, por los mares de sus conciencias, por las profundidades de sus pensamientos?"

"El viaje como imagen de la vida". Fernando del Paso

Hoy andaba

Hoy andaba debajo de mí mismo
sin saber lo que hacía.

Hoy andaba debajo de la pena
con risa inexplicable.

Hoy andaba debajo de la risa
con todo el llanto a cuestas.

Hoy andaba debajo de las aguas
sin que fuese milagro comparable.

Hoy andaba debajo de la muerte

y no reconocía sus cimientos.

Andaba a la deriva por debajo del cuerpo

confundiendo los dedos con los ojos.

Hoy andaba debajo de mí mismo
sin poder contenerme.

José Ángel Valente