
Creo que la sociedad también la necesita. Ésta sería la gran superexpansión de la ternura, el nuevo gran cambio que debería protagonizar. Sin duda, el mundo necesita la justicia como nivel básico e imprescindible de la convivencia. Pero la justicia puede ser estricta y fría. Para completarla, deberíamos instaurar una cultura del cuidado, impulsada y dirigida por una ternura inteligente. Necesitamos, en cierto sentido, una maternalización de la sociedad, algo que nos hiciera recordar para bien nuestra pequeñez e indefensión. Hanna Arendt consideraba que su maestro –y amante– Heidegger se equivocaba al decir que la angustia ante la muerte era el sentimiento básico. Para ella, era la ternura ante el nacimiento lo que nos hacía humanos. Margaret Mead escribió un libro sobre los arapesh, un pueblo cuyo gran anhelo era que los niños y el ñame que los alimentaba crecieran bien. Me parece un bello ideario. (continuará)
José Antonio Marina
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